Un asunto que no suele dejar indiferente a nadie es el de la privacidad de la información.
En ocasiones, el tema causa cierta preocupación, sobre todo cuando consideramos que somos susceptibles que de que información privada, referente a nuestras personas puede verse de una forma u otra publicada donde no queremos que esté o en manos de quien no nos apetece que la disponga.
Abordando el tema de una forma laxa, podemos decir que existen, con matices, dos tipos de información:
La que nosotros suministramos voluntariamente, tema que posteriormente trataremos, y aquella que verdaderamente, ciertas organizaciones, generalmente empresas, capturan sin nuestros consentimiento. En estos segundos casos, no se trata de que nos sustraigan la información que nosotros no queremos dar, sino de que nos la soliciten para ciertos fines cuando, en realidad, las empresas las utilizan para otros.
Un ejemplo son las tarjetas que ofrecen los supermercados, que otorgan premios, puntos o descuentos, asociados a nuestras compras. Si bien es cierto que suministramos voluntariamente datos como nombre, dirección y teléfonos, nadie nos dice que con el uso de la tarjeta la empresa podrá conocer, incluso mejor que nosotros, cuando compramos, que compramos, que cantidad gastamos en cada compra o con qué frecuencia compramos. Sabrá si preferimos la cerveza a la coca cola, si preferimos los productos sin grasa o las patatas fritas... Es decir, tienen información suficiente para conocer, en detalle, aspectos íntimos de nuestras vidas y pueden usar esa información para hacer más efectivas sus estrategias comerciales, eso, suponiendo que la información en sí misma no se convierte en otro producto disponible en el mercado.
En mi opinión, debemos ser conscientes de estos aspectos y tener cuidado con la información qué proporcionamos, al menos si estos temas nos preocupan.
Con respecto al primer tipo de información del que hablábamos, la que suministramos voluntariamente, existen a su vez otras dos opciones.
La primera es que demos la información para un asunto concreto, y que ésta después se utilice para otros fines...La otra posibilidad es que nosotros demos voluntariamente la información, sin restricciones. Como es el caso de las redes sociales.
El pasado mes de junio me quedé bastante sorprendida al leer la siguiente noticia:
En abril, Iván, de 20 años, fue secuestrado mientras iba a su trabajo. Su caso fue muy comentado en su Rusia natal debido a que es hijo de Eugene Kaspersky, fundador de Kaspersky Labs, una de las principales empresas de seguridad informática. Seis días después, la policía capturó a sus secuestradores y rescató sano a Iván. Semanas después, Eugene Kaspersky hizo un mea culpa por medio de una carta abierta en un blog, pues las investigaciones determinaron que los secuestradores usaron activamente las redes sociales para el análisis de información personal y la rutina diaria de sus víctimas. Al parecer, Iván puso mucha información personal en la principal red social rusa V Kontakte y Eugene no había conversado con él sobre los peligros que ello podría traer.
En ocasiones, el tema causa cierta preocupación, sobre todo cuando consideramos que somos susceptibles que de que información privada, referente a nuestras personas puede verse de una forma u otra publicada donde no queremos que esté o en manos de quien no nos apetece que la disponga.
Abordando el tema de una forma laxa, podemos decir que existen, con matices, dos tipos de información:
La que nosotros suministramos voluntariamente, tema que posteriormente trataremos, y aquella que verdaderamente, ciertas organizaciones, generalmente empresas, capturan sin nuestros consentimiento. En estos segundos casos, no se trata de que nos sustraigan la información que nosotros no queremos dar, sino de que nos la soliciten para ciertos fines cuando, en realidad, las empresas las utilizan para otros.
Un ejemplo son las tarjetas que ofrecen los supermercados, que otorgan premios, puntos o descuentos, asociados a nuestras compras. Si bien es cierto que suministramos voluntariamente datos como nombre, dirección y teléfonos, nadie nos dice que con el uso de la tarjeta la empresa podrá conocer, incluso mejor que nosotros, cuando compramos, que compramos, que cantidad gastamos en cada compra o con qué frecuencia compramos. Sabrá si preferimos la cerveza a la coca cola, si preferimos los productos sin grasa o las patatas fritas... Es decir, tienen información suficiente para conocer, en detalle, aspectos íntimos de nuestras vidas y pueden usar esa información para hacer más efectivas sus estrategias comerciales, eso, suponiendo que la información en sí misma no se convierte en otro producto disponible en el mercado.
En mi opinión, debemos ser conscientes de estos aspectos y tener cuidado con la información qué proporcionamos, al menos si estos temas nos preocupan.
Con respecto al primer tipo de información del que hablábamos, la que suministramos voluntariamente, existen a su vez otras dos opciones.
La primera es que demos la información para un asunto concreto, y que ésta después se utilice para otros fines...La otra posibilidad es que nosotros demos voluntariamente la información, sin restricciones. Como es el caso de las redes sociales.
El pasado mes de junio me quedé bastante sorprendida al leer la siguiente noticia:
En abril, Iván, de 20 años, fue secuestrado mientras iba a su trabajo. Su caso fue muy comentado en su Rusia natal debido a que es hijo de Eugene Kaspersky, fundador de Kaspersky Labs, una de las principales empresas de seguridad informática. Seis días después, la policía capturó a sus secuestradores y rescató sano a Iván. Semanas después, Eugene Kaspersky hizo un mea culpa por medio de una carta abierta en un blog, pues las investigaciones determinaron que los secuestradores usaron activamente las redes sociales para el análisis de información personal y la rutina diaria de sus víctimas. Al parecer, Iván puso mucha información personal en la principal red social rusa V Kontakte y Eugene no había conversado con él sobre los peligros que ello podría traer.
Así, me he informado sobre las recomendaciones que expertos en estos asuntos suelen hacer.
En este caso, las que realiza Augusto C. Ayesta, consultor en SocialMedia, me parecen bastante concisas e interesantes.
Augusto afirma que antes de publicar cualquier tipo de información deberíamos hacernos preguntas del tipo:
¿Por qué tengo que entregar esa información personal? ¿Qué uso podría darle la empresa que maneja el sitio web donde requieren mi información? ¿Es realmente necesario compartirla? ¿Aseguran que mi información personal no será usada con otros fines a los expresados en ese sitio web?
Además, las recomendaciones que nos da a la hora de publicar cierta información son las siguientes:
1.Antes de compartir cualquier información personal, se deben leer los términos y condiciones de los servicios que se vayan a usar. A veces son complicados de entender, pero no imposibles.
2.Comparte solamente aquello que estás seguro que no te arrepentirás después.
3.Configuración. Eso es clave, configura siempre tus niveles de privacidad y acceso a contenido en tus rede sociales.
4.Revisa también las licencias que le otorgas a todos estos servicios.
5.Si crees que compartir determinada información en la web te pondría en riesgo, sencillamente no lo hagas (Foursquare y Facebook Places, por ejemplo).
6.Si tienes mal configurada tu privacidad y te gusta hablar mucho de fiestas, dinero, compras o actividades que digan mucho de tu estilo de vida, recuerda que eso lo podrán ver todos, los buenos y los malos. Cuidado con eso.
7.Recuerda también que cada vez más los empleadores están hurgando en las redes sociales al momento de evaluar a sus candidatos para un puesto laboral. Por ejemplo, una foto en estado de ebriedad en Facebook o Twitter, puede manchar el CV más impecable.
8.Recuerda que en Internet nada ser borra y todo perdura. Lo que postees o compartas hoy, te puede afectar (para bien o para mal) de aquí a algunos años.
9.Usa el sentido común y piensa esto: si está en Internet, es probable que en algún momento todos puedan tener acceso a ello.
Fuentes: blogspot.com
blogs.elcomercio.pe
En este caso, las que realiza Augusto C. Ayesta, consultor en SocialMedia, me parecen bastante concisas e interesantes.
Augusto afirma que antes de publicar cualquier tipo de información deberíamos hacernos preguntas del tipo:
¿Por qué tengo que entregar esa información personal? ¿Qué uso podría darle la empresa que maneja el sitio web donde requieren mi información? ¿Es realmente necesario compartirla? ¿Aseguran que mi información personal no será usada con otros fines a los expresados en ese sitio web?
Además, las recomendaciones que nos da a la hora de publicar cierta información son las siguientes:
1.Antes de compartir cualquier información personal, se deben leer los términos y condiciones de los servicios que se vayan a usar. A veces son complicados de entender, pero no imposibles.
2.Comparte solamente aquello que estás seguro que no te arrepentirás después.
3.Configuración. Eso es clave, configura siempre tus niveles de privacidad y acceso a contenido en tus rede sociales.
4.Revisa también las licencias que le otorgas a todos estos servicios.
5.Si crees que compartir determinada información en la web te pondría en riesgo, sencillamente no lo hagas (Foursquare y Facebook Places, por ejemplo).
6.Si tienes mal configurada tu privacidad y te gusta hablar mucho de fiestas, dinero, compras o actividades que digan mucho de tu estilo de vida, recuerda que eso lo podrán ver todos, los buenos y los malos. Cuidado con eso.
7.Recuerda también que cada vez más los empleadores están hurgando en las redes sociales al momento de evaluar a sus candidatos para un puesto laboral. Por ejemplo, una foto en estado de ebriedad en Facebook o Twitter, puede manchar el CV más impecable.
8.Recuerda que en Internet nada ser borra y todo perdura. Lo que postees o compartas hoy, te puede afectar (para bien o para mal) de aquí a algunos años.
9.Usa el sentido común y piensa esto: si está en Internet, es probable que en algún momento todos puedan tener acceso a ello.
Fuentes: blogspot.com
blogs.elcomercio.pe
2 comentarios:
Sin duda la privacidad de la información es un tema que hoy en día suele preocupar bastante a la gente. No obstante, a veces no somos conscientes de lo que puede llegar a suponer suministrar información privada en la web (como en el caso de Iván que comentas), al fin y al cabo las redes sociales gozan de cierta vulnerabilidad en cuanto a la privacidad de la información se refiere.
Desde mi punto de vista, considero que debemos conciarnos más sobre este tema, no dar información que pueda resultar perjudicial en algún sentido para nosotros porque puede acarrearnos muchos problemas.
Sin ir más lejos, debemos tener cuidado con la información que suministramos en las redes sociales, las fotos que tenemos colgadas en ellas y comentarios que realizamos sobre todo cuando estamos inmersos en procesos de selección para conseguir un puesto de trabajo. Es muy "goloso" para las empresas recabar información nuestra por estas vías e incluso, dependiendo del tipo de información que ofrezcamos en las redes, nuestras posibilidades de contratación se podrían ver reducidas. Por eso, debemos tener mucho cuidado!!!
También había leído la noticia del hijo de Kaspersky, supongo que en casa del herrero, cuchillo de palo. Lo que está claro es que lo que no quieras que se sepa de ti es mejor no decirlo!
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