“Show me the
money!” – Jerry MacGuire
Probablemente, ésta sea una de las citas más famosas sobre
dinero y deporte, la inseparable dualidad presente desde que los deportes
amateurs dejaron paso al profesionalismo, con todos los beneficios y
desventajas que ello conlleva. Decía Johan Cruyff que “el dinero debe estar en
el campo, no en el banco” y, pese a que
muchos pueden estar de acuerdo con este punto de vista, no es menos cierto que,
en la gran mayoría de los deportes, esta filosofía ha provocado una concentración de los vencedores en torno a aquellos con mayores recursos económicos. Nuestra
Liga española es el vivo ejemplo de este proceso, recorrido por los dos grandes
de nuestro fútbol, Real Madrid y Barcelona. Cuantas más victorias, más
aficionados, más ingresos y, por ende, mejores jugadores para poder fichar, incrementando
la probabilidad de nuevas victorias y retroalimentando así el proceso, haciendo
prácticamente imposible para los demás equipos aspirar a cotas más altas. Pero,
¿y si os dijera que el dinero puede no ser un factor tan diferencial como todo
el mundo piensa? Algunos pensarán en posibles soluciones como la cantera o el
buen ojo de los ojeadores deportivos. Ambas son, a priori, soluciones
factibles, pero no es de ello de lo que hablaremos aquí. Esta entrada no
pretende ser una simple discusión de bar que poco o nada nuevo aporta.
¿Y si la solución estuviera en un simple ordenador?
¿Imposible? Bienvenidos al “Supercrunching”, la forma en la que las empresas
del siglo XXI tratan de vencer nuestros prejuicios, sesgos, falsas intuiciones
y demás, aplicando los algoritmos y el procesamiento de datos a áreas tan
dispares como la publicidad, el comercio online y, sí, los deportes. Pero, ¿qué
es el Supercrunching? Según nos explica Ian Ayres en su libro “Super Crunchers.Why Thinking by Numbers is the New Way to Be Smart”, no es sino el análisis
estadístico que tiene un impacto en nuestras decisiones del mundo real
Tal y como podemos ver en la película de 2011, “Moneyball”,
Bill James utilizó el procesamiento de datos como método principal a la hora de
seleccionar jugadores de baseball, frente a todos aquellos que veían en este
método una simple quimera de ciencia ficción y defendían la experiencia de los
ojeadores como la verdadera clave a la hora de realizar los fichajes. James
desarrolló su propia formula estadística, mediante el tratamiento de datos y
técnicas econométricas de inferencia, asignando a cada jugador un valor basado
en sus estadísticas de años anteriores. Fue Billy Beane, Manager de los Oakland
A’s quien decidió aplicar el método de James. ¿El resultado? De los 30 equipos
de la Major League, el suyo ocupaba el puesto 24 de los equipos con mayores
salarios. Y, sin embargo, lograron llegar a la final de los playoffs cuatro
años consecutivos, logrando convertirse en el primer equipo en los más de 100
años de historia del baseball americano en lograr 20 triunfos consecutivos.
Pero el Supercrunching está presente en cada vez más
actividades de nuestra vida diaria, encontrando decenas de ejemplos a nuestro
alrededor. En el año 2004, antes de que el huracán Iván golpeara Florida, la
cadena de distribución Wal-Mart ya había acumulado cientos de miles de “Pop
Tarts” de sabor a fresa, pues había analizado los patrones de compra en
aquellos lugares que ya habían sido afectados por catástrofes similares, y se
dio cuenta de los enormes beneficios que podía obtener si conseguía cubrir la
demanda esperada de dichos productos. Los ejemplos son infinitos: Compañías de
marketing online que ponen sus anuncios en aquellas zonas de la pantalla donde,
estadísticamente, m
ás suelen clicar los usuarios, aerolíneas
que cambian el precio de los billetes ofertados en función del día de la semana
en que se haga la compra, páginas de contactos online…etc.
Sólo hay dos límites, el primero es la ingente cantidad de datos que se
necesitan para poder obtener unos resultados de calidad (Wal-Mart tenía almacenados,
en 2007, más de 570 Terabytes de información, y Google más de 4 Petabytes de
datos que eran constantemente procesados) y que deben ser tratados por
algunos de los centros de procesamiento más potentes que existen. El otro es la
imaginación de aquel que posea los datos. Tal y como reza el dicho anglosajón “The
sky’s the limit”
1 comentario:
Otra entrada que demuestra que somos cada vez más controlados por todo el mundo... Desde Obama a Wal Mart, pasando por las Google Glass...
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