En la
sociedad actual de consumo, los sistemas de la información se están convirtiendo
en bienes masivos de consumo, de manera que estos forman parte de la vida
diaria de la mayoría de la población en los países desarrollados. Las
herramientas que ofrecen estos medios se han incorporado hasta tal punto en
nuestro día a día que imaginar nuestra vida cotidiana sin ellos se hace
complicado. De forma habitual, consultamos la ruta más rápida a cualquier punto
del mapa desde nuestra ubicación actual, compramos productos a través de la
web, mantenemos el contacto con amigos y compañeros, buscamos trabajo...
Estas
actividades realizadas a través de internet son monitorizadas; quedando
nuestras imágenes, opiniones y preferencias almacenadas en los servidores.
Otros servicios monitorizan incluso nuestra localización en cada momento. De
este modo, se pone en jaque gran parte de nuestra intimidad.
Desde
el surgimiento de internet y especialmente tras la proliferación de las redes
sociales, se escuchan voces que alarman sobre la falta de privacidad existente
en este medio, no solo por la abundante diversidad de programas espía y hackers
informáticos que pueden acceder a nuestra información y datos con fines
dañinos; sino también por la acumulación de datos de los propios proveedores de
servicios. Es conocido por ejemplo que Google
almacena las búsquedas de sus usuarios vinculando el tipo de búsquedas a sus
perfiles. También se ha criticado que
las redes sociales, como Facebook,
adquieren la propiedad y los derechos de uso de toda imagen e información
(gustos, estilo de vida…), con fines diversos que van desde la venta de
fotografías para su posterior utilización por otros medios, hasta la
elaboración de bases de datos que se venden, por ejemplo, con fines
publicitarios.
Recientemente
los diarios estadounidenses Washington Post y The Guardian han
destapado que la Agencia de Seguridad Nacional de EEUU (NSA) ha sido autorizada
para acceder a la información en los servidores de compañías como Microsoft, Google, Facebook o Apple pudiendo acceder a correos
electrónicos, mensajes y conversaciones privadas de millones de usuarios de
todo el mundo. Este proyecto, denominado PRISM, tiene por objetivo,
presuntamente, ayudar al Gobierno de EEUU en su lucha contra el terrorismo. Dicha
herramienta gubernamental consiste en la búsqueda de palabras claves en las
comunicaciones entre usuarios. En cualquier caso, para ello se monitorizan
todas las conversaciones a las que la Agencia tiene acceso, pudiendo seguirse así,
las conversaciones de cualquier individuo u organización, sin necesidad de que
sean considerados presuntos terroristas; lo cual supone una potente herramienta
de espionaje en manos del Gobierno de EEUU.
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