Internet se ha convertido en algo indispensable en nuestras vidas, tanto que, hoy en día, puedes ver como un niño que, ni siquiera ha aprendido a hablar, maneja de forma hábil un dispositivo electrónico. Con un año de edad, es capaz de navegar por sus aplicaciones preferidas y utilizar funciones de los dispositivos que requieren un desarrollo elevado de su motricidad.
Las horas que dedican los niños y adolescentes delante de un ordenador son cada vez mayores y, es por es razón, por la que está en debate actualmente la regulación del uso de Internet para los menores. ¿Regulamos las conversaciones que tienen los menores en el colegio, con sus amigos o con personas de su día cotidiano?
¡Lo prohibido se convierte en atractivo! Si pactamos con ellos las horas que pueden dedicar al uso de Internet y les inculcamos los valores con los que deben actuar tanto en la red como en la vida, les estaremos enseñando el criterio que deben seguir ante cualquier adversidad que pueda surgir. Si no les dejamos hacer algo en casa lo van a querer hacer fuera. Así que prohibir, desde mi punto de vista no es una opción.
Educarles, compartir con ellos momentos delante del ordenador y ser un ejemplo y una referencia, son las claves para conseguir que Internet no sea un peligro sino una red donde encontrar material didáctico y ocio.
Son muchas las herramientas que se están desarrollando y que actualmente se utilizan para intentar controlar el uso que tienen los menores de Internet, pero el peligro está también en la calle y en muchas ocasiones éstos son más dañinos.
Si educamos a nuestros hijos desde el respeto e inculcándoles los valores necesarios para que sepan actuar ante determinadas circunstancias estaremos poniendo los medios necesarios para que sepan con evitar los peligros que se van a encontrar en su vida, y que también incluyen los existentes en el espacio cibernético.
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