Los datos de una organización forman parte inherente de la fortaleza de los planes de negocio de la misma, y podrían convertirse en una debilidad si cayeran en manos de la competencia o de los propios clientes.
Por este motivo, las soluciones que habitualmente dan las empresas son restricciones a determinada información según una jerarquía interna (protocolos de acceso), y medidas totalmente restrictivas para no poder obtener ningún tipo de información desde fuera de la firma.
Ahora bien, conocedores de que el ingenio del ser humano no conoce límites, continuamente se desarrollan nuevos métodos para sabotear las medidas restrictivas de acceso a la información. Y es aquí, donde la figura del hacker, el sabotaje informático o los sistemas malignos adquieren sentido.
Muchos son los ejemplos de empresas en las que un agente externo ha conseguido burlar los sistemas de seguridad. El gusano Ramnit, capaz de expandirse a través de documentos office y formatos html, infectó el año pasado más de 800.00 ordenadores de empresas y corporaciones, consiguiendo robar cualquier tipo de dato bancario y contraseña, incluso identidades en facebook.
Al margen de los ya conocidos antivirus, una forma de combatir estas amenazas, que hasta hace no mucho parecía únicamente producto de películas de ciencia ficción, es la seguridad biométrica. Este tipo de seguridad permite la protección del elemento en cuestión, mediante un rasgo físico en vez de una contraseña. Cada vez más, estos sistemas se alejan de los complejos mecanismos de las películas y se incluyen en la informática doméstica como ratones y teclados.
Actualmente, ya existen empresas especializadas en ofrecer este tipo de seguridad en formatos pensados para los entornos corporativos. La empresa Nitgen ofrece ratones con lector dactilar, el cual además de servir como control de acceso puede identificar al usuario en páginas web.
Otro ejemplo, es el fabricante Lenovo el cual ha introducido en sus equipos portátiles lectores de huellas dactilares para uso doméstico y corporativo, ó la empresa Transced que ya cuenta con diversos modelos de pendrive con capacidades que varían desde los 4 GB a los 64 GB que permiten crear carpetas y documentos a los que sólo se puede acceder mediante la verificación de la huella dactilar.
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