miércoles, 26 de junio de 2013

Armas de doble filo

 

“La mejor fuente de información son las personas que han prometido no contárselo a otros”- Marcel Mart (político, jurista y empresario)

Pocas semanas después de que se convierta en un secreto a voces que ninguno de los movimientos de los norteamericanos escapa al conocimiento de su agencia internacional de inteligencia, cualquier ciudadano de a pie ha incluido en su lenguaje coloquial el término ciberespionaje y Edward Snowden ha saltado al estrellato (lo que aún no sabemos es como de estrellado puede terminar…).

Hemos aprendido que las contraseñas no son seguras (a pesar de las algorítmicas combinaciones de mayúsculas, minúsculas, números y signos de puntuación), que la llamada diaria a un familiar puede ser una conversación a tres bandas con un interlocutor mudo anónimo y que los perfiles que determinamos como privados en nuestras redes sociales no lo son tanto.

El circo mediático a nivel internacional que ha generado este suceso nos confirma lo que todos sabíamos: la información en manos equivocadas puede convertirse en ocasiones en un arma de doble filo.

Lo que la información es siempre, es poder. (Ya lo decía Bill Gates…). Ese poder lo ejercemos nosotros mismos desde bien pequeños, ¿quién no le ha dicho a su hermano que se chivaría a mamá de la trastada de turno si no nos dejaba usar antes la Nintendo?. Y se convierte en un suma y sigue, hasta que la información que algunas personas manejan tiene poder para mover los hilos del mundo o determinar, al menos, parte del destino del mismo.

             1. Los políticos tienen séquitos de personas que manejan información de los potenciales votantes y saben como utilizarla. Esa información es recabada legítimamente: estadísticas de voto por regiones, estadísticas de voto por sexo, por raza, por religión...

            2. Las grandes marcas realizan constantemente estudios del comportamiento humano para aumentar sus ventas, y utilizan los resultados de nuestro propio comportamiento para conseguir sus objetivos (a costa de nuestro bolsillo…). Suena feo, pero no lo es. Ese tipo de información está en el aire, no pertenece a nadie, el buen observador se gana el derecho a poseerla.

En dichos casos, el fin de recabar dicha información que se ha obtenido de nosotros en última instancia nos beneficia: nos representa el político cuyo perfil e intereses más se nos asemeja y las marcas satisfacen nuestras necesidades mediante sus productos.


Pero no es oro todo lo que reluce… , ¿porque cómo es de legítimo que una persona consiga acceso a los ámbitos más privados del individuo? Creo que la respuesta es casi unánime: dicho extremo, a priori, no es legítimo. Las sociedades desarrolladas se sostienen y funcionan porque existen límites.

"Quien aspira a cualquier cosa grande debe saber limitarse; por el contrario, quien todo lo desea, no quiere nada en realidad, y nada consigue."- Piotr-Denianovich-Ouspenky (filósofo y escritor)

Acceder a la información que una persona no ha hecho pública, como es una llamada telefónica privada o el historial registrado en un buscador de internet, traspasa en términos generales en mi opinión el límite de lo legítimo. Como contraargumento a esta línea de pensamiento se ha presentado, entre otros, la evitación de ataques terroristas. Este es sin duda un argumento de peso, y es por ello que surge el dilema ético de si los límites en el ámbito de la información son o no infranqueables.

Como casi todos los dilemas morales de nuestro mundo moderno, no existe una respuesta correcta o incorrecta, queda al libre albedrío de cada uno. Lo que en mi opinión si puede expresarse como una máxima, es que una conciencia común puede contribuir a un mejor uso de la ya mencionada información de manera que esta sea siempre utilizada en beneficio de su emisor y en ningún caso en su detrimento.

No hay comentarios: